jueves, 12 de noviembre de 2009

[U8] "La importancia del mercado laboral"

La economía chilena exhibe una significativa desaceleración en la creación de puestos de trabajo en los últimos años: mientras en el "período dorado" de la economía chilena (1984-1997) la ocupación creció a una tasa promedio de 3,9 por ciento, en los años que siguen (1998-2008) la creación de empleos se frenó a dos por ciento. Esto, junto con una baja tasa de participación laboral (particularmente de mujeres y jóvenes), muestra un mercado laboral con escaso dinamismo.

Las reformas al mercado laboral son políticamente complejas, pero ha ido surgiendo mayor acuerdo técnico en que es indispensable darle mayor flexibilidad. Urge que de una vez por todas se enfrente este tema, cuyos grandes beneficiados serían los trabajadores.

La economía chilena lleva más de una década exhibiendo bajas tasas de crecimiento económico, menores en promedio al cuatro por ciento anual. Son tasas muy inferiores a las de la década previa y, además, inferiores a las del promedio del mundo. La desaceleración de la productividad ha sido reiteradamente mencionada como causa principal del bajo crecimiento, lo que es correcto.

Pero el otro factor relevante en este desempeño ha sido la fuerte desaceleración en la creación de puestos de trabajo en la economía nacional: la tasa de participación laboral en Chile (56 por ciento) es inferior a la de países con ingresos similares y muy por debajo de los países desarrollados (los de la OCDE, grupo al cual Chile estaría a punto de entrar, tienen tasas de participación promedio sobre 70 por ciento). La tasa de participación laboral de la mujer, de apenas 40 por ciento, es baja incluso para los estándares de América Latina y, por cierto, muy inferior al 60 por ciento de los países de la OCDE.

Estas cifras dan cuenta de un mercado del trabajo que no está funcionando adecuadamente. Los efectos no sólo se relacionan con crecimiento, sino con pobreza, oportunidades, desigualdades, posibilidad de alcanzar una vida digna. Los más afectados son los sectores de menores recursos, en los que la desocupación es mayor, y más baja la participación laboral femenina: en los grupos de ingresos altos, la participación laboral de la mujer es más del doble que en los grupos de menores ingresos. Eso potencia las diferencias de ingreso familiar entre ambos grupos, elevando las desigualdades de ingreso. Por último, las cifras dan cuenta también de un estancamiento en la tasa de ocupación de los hombres.

Está profusamente documentado en trabajos académicos a nivel internacional que los mercados laborales más rígidos crean menores oportunidades de trabajo y mayores tasas de desocupación. En ellos, los costos de despido y contratación son elevados, los salarios no guardan relación con la productividad y, en muchos casos, grupos organizados obtienen importantes beneficios, en desmedro de un porcentaje significativo de trabajadores que quedan desempleados o con trabajos de mayor precariedad.

Otros estudios muestran que Chile tiene un mercado laboral relativamente rígido y que ésa es una de sus principales debilidades, en cuanto reduce la capacidad de respuesta a las necesidades de flexibilidad de los trabajadores y de las empresas.

Reformas necesarias

Uno de los problemas que ha tenido nuestro país para emprender reformas modernizadoras en este aspecto es la fuerte carga política que conllevan. Por un lado están quienes, sin mayor análisis, consideran que flexibilidad es sinónimo de precariedad y frenan cualquier reforma. Pero tampoco aquellos que están a favor de cambios han sido capaces de transmitir al país que la flexibilidad va en favor de los trabajadores, no sólo porque significa trabajos que se adaptan más a sus necesidades, sino además porque, al hacer más dinámico el mercado laboral, aumenta la demanda por trabajo, y con ella el empleo y los salarios.

Afortunadamente, hay señales de que esta visión más bien negativa de tales reformas estaría cambiando. En el Consejo Trabajo y Equidad, por ejemplo, se planteó de modo directo la idea de reemplazar parcialmente el actual esquema de indemnizaciones por otro a todo evento, de medio mes por año con tope, que actuaría como un efectivo seguro de desempleo. Recientemente el ex ministro de Hacienda y ex canciller Alejandro Foxley anticipó ideas favorables a reformas en el mercado laboral; entre ellas, las tendientes a disminuir costos de contratación y despido. Hay otras reformas relacionadas con la flexibilidad horaria, con la promoción del teletrabajo, con la flexibilización del pre y posnatal, que son absolutamente necesarias en el mundo moderno. En general, todas estas propuestas van acompañadas de medidas dirigidas a la capacitación de los trabajadores (sobre todo los de baja calificación), que les permitan una mejor inserción en el mercado del trabajo, y a subsidios a la contratación similares a los que hoy existen en países desarrollados.

Tanto Piñera como Enríquez-Ominami se han mostrado partidarios de dar mayor flexibilidad al mercado laboral, aunque este último ha sido menos concreto. Lo anterior es un avance importante, que permite pensar que el país estará luego más maduro para emprender las necesarias reformas en este mercado. Hace un par de años se pensó que se avanzaría en este tema, pero la publicitada "flexiguridad" quedó tan sólo en el anuncio. El país no se puede dar el lujo de seguir perdiendo el tiempo en esta materia.

fuente: http://blogs.elmercurio.com/editorial/2009/07/18/temas-economicos-la-importanci.asp

1 comentario:

  1. En esta noticia podemos ver como Chile presenta una significativa desaceleración en la creación de puestos de trabajo en los últimos años y donde uno de los factores importantes ha sido la fuerte desaceleración en la creación de puestos de trabajo en la economía nacional donde la tasa de participación laboral en Chile es inferior a la de países con ingresos similares y muy por debajo de los países desarrollados. Esto se debe principalmente a que en nuestro país el trabajo es principalemente rígido y uqe es una de las principales debilidades por la falta de flexibilidad en la creación de nuevos trabajos como podría ser la utilización de teletrabajo que es lo que los candidatos presidenciales Piñera y Enriquez-Ominami proponen para otorgarle una mayor flexibilidad al mercado laboral de Chile.

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